4 de abril de 2018

Pelusio, la batalla que ganaron los gatos

En el siglo VI antes de Cristo los persas vivieron una vertiginosa expansión después de que Ciro el Grande unificara Persia y Media hacia el año 550 a.C. Estos pueblos, de etnia irania, llevaban en la zona desde principios del primer milenio antes de Cristo, permaneciendo en un discreto segundo plano hasta el gobierno de Ciro. Tras obtener Persia y Media, los reyes persas se fijaron dos nuevos objetivos: el milenario Egipto y la cultivada Grecia.

Cambises sucedió a su padre, Ciro el Grande, hacia el 530 a.C. Lo primero que hizo fue ponerse manos a la obra para llevar a cabo la colosal tarea que le habían encomendado: conservar y agrandar el imperio más grande del mundo conocido. Mientras tanto, Egipto estaba de capa caída. Tras dos milenios de existencia, en los que tuvieron buenas y malas épocas, Egipto se había desplomado, perdiendo gran parte de su capacidad económica y militar.

Cinco años después de que Cambises accediera al trono, Psammético III se convirtió en el faraón de Egipto. El rey persa conocía la debilidad egipcia y que la alianza del país del Nilo con los mercenarios griegos era muy débil, por lo que si se ganaba a estos los egipcios quedaban aislados, por lo que decidió no esperar más para atacarles. La noticia de la expedición persa no pilló a Egipto desprevenido ya que desde la campaña expansiva sin precedentes de Ciro se esperaba un ataque de los persas.

La primera mala noticia para Psammético llegó pronto: los griegos le habían abandonado. Incluso el tirano de Chipre había decidido apoyar a Persia.

El objetivo del ataque persa era la estratégica ciudad de Pelusio, situada en al nordeste del Delta del Nilo vigilando la entrada de Egipto desde el desierto de Sinaí. Pese al abandono de los griegos, el faraón logró reunir un pequeño ejército para enfrentarse a los persas, pero la victoria era casi imposible.

A Cambises, que conocía perfectamente las costumbres, los dioses y la cultura de los egipcios, se le ocurrió una idea genial. Sabía que para los egipcios los gatos eran sagrados, como reencarnación de la diosa Bastet, así que mandó pintar en los escudos una imagen de Bastet. De esta forma consiguió que los soldados egipcios, temerosos de profanar la imagen de su diosa, luchasen desmoralizados. Según el historiador griego Ctesias, murieron en la batalla cincuenta mil egipcios.

Los supervivientes corrieron a esconderse a la cercana fortaleza de Pelusio. Cambises no quería enfrentarse a un largo y penoso asedio, máxime cuando tenía que conquistar un país árido y hostil. Tenía que vencer a los atrincherados y debía hacerlo cuanto antes. El rey persa dio una nueva muestra de su genialidad y ordenó a sus hombres que capturaran cuantos gatos fueran posibles. Posteriormente empezó a lanzarlos contra el interior de la fortaleza.

Cundió el pánico entre los egipcios, temerosos de herir a uno de aquellos animales sagrados. Los arqueros no se atrevían a disparar a sus enemigos. El impacto moral fue brutal, por lo que los egipcios se rindieron y la fortaleza cayó en las manos de Cambises. El monarca persa supo aprovechar el respeto y veneración existente en el antiguo Egipto hacia estos animales.


Psammético fue capturado pero en un principio le fue perdonada la vida. Cambises se autoproclamó faraón, tomó los títulos tradicionales de la realeza egipcia y tomó todo el país, proyectando incluso descender e invadir el país de los nubios. Psammético comenzó a tramar una revuelta para recuperar su corona pero fue descubierto y ejecutado por los persas. Cambises murió tres años más tarde pero se desconoce si se suicidó debido al éxito de una revuelta en Persia que había alzado al trono a un mago llamado Gaumata o si se debió a un accidente. Cambises fue sucedido por otro gran rey: Darío, el monarca que fue derrotado por los griegos en Maratón.


Fuentes:
* https://bellumartis.blogspot.com.es/2015/03/batalla-de-pelusium-525ac.html
* https://eltemplodelahistoria.wordpress.com/2015/09/29/la-batalla-que-fue-ganada-por-gatos


1 comentario :

  1. Hay que reconocer que pintar los gatos en los escudos fue una jugada maestra. Hasta las creencias o supersticiones son útiles al enemigo para ganar batallas.
    Saludos.

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